El principal motor de este cambio es el acceso aplicado a: información, tutoriales, formación técnica básica y, sobre todo, a herramientas profesionales que hasta hace poco estaban reservadas a empresas constructoras o contratistas especializados. El resultado es un nuevo perfil de usuario: más exigente, mejor informado y con criterios claros y expectativas concretas sobre el resultado esperado.
Los datos acompañan esta transformación. Según distintas consultoras internacionales, el mercado latinoamericano de alquiler de equipos para construcción y mantenimiento crecerá a tasas cercanas al 5% anual hacia 2030, superando los USD 7.000 millones. Dentro de ese universo, el segmento de herramientas eléctricas —taladros, sierras, amoladoras— muestra una expansión aún más dinámica, con tasas de crecimiento superiores al 6% anual. No se trata únicamente de grandes proyectos: buena parte de esa demanda proviene de reformas residenciales, construcción liviana y trabajos específicos de corta duración.
Este fenómeno responde a una ecuación cada vez más clara. Comprar herramientas profesionales implica una inversión elevada, mantenimiento, espacio de guardado y un uso intermitente que muchas veces no justifica el desembolso. Acceder a ellas por períodos cortos, en cambio, habilita estándares de calidad más altos sin inmovilizar capital. La lógica es simple: priorizar el uso eficiente por sobre la propiedad.
La construcción liviana gana terreno
Sistemas más rápidos, modulares y eficientes requieren precisión, tiempos acotados y equipos adecuados para cada etapa. Esa misma lógica se traslada a las obras y reformas de pequeña escala: menos prueba y error, más planificación; menos herramientas genéricas, más equipos específicos. El “hágalo usted mismo” deja así de ser una alternativa amateur y comienza a incorporar prácticas propias del trabajo profesional.
Este cambio también tiene impacto económico. Para hogares, emprendedores y pequeñas empresas, el acceso flexible a herramientas permite optimizar costos, reducir desperdicios y acortar plazos. Para el ecosistema en general, promueve un modelo de uso más racional de los activos: menos compra innecesaria, más reutilización, mayor vida útil de los equipos.
En un sector históricamente intensivo en recursos, esta lógica se alinea con principios de economía circular que empiezan a consolidarse en la agenda de la construcción.
La profesionalización de las obras no tradicionales o ejecutadas fuera del circuito profesional no implica que todos se conviertan en expertos, sino que más personas puedan trabajar mejor. Que una reforma pequeña no tenga por qué resignar calidad. Que la diferencia entre un resultado amateur y uno bien ejecutado esté cada vez más ligada a la planificación y al acceso adecuado, y no únicamente a la experiencia previa.
En definitiva, no se trata solo de una tendencia cultural, sino de un cambio estructural en la forma de encarar reformas, mantenimiento y obras de pequeña escala. Un escenario en el que el acceso inteligente a herramientas profesionales eleva los estándares de calidad, optimiza el uso de los recursos y habilita nuevas oportunidades para hogares, emprendedores y pequeñas empresas.
Autor: Bruno Arena, director de Expansión Internacional de Casa Do Construtor, cadena líder en Latinoamérica que opera con un sistema consolidado de franquicias y formato de alquiler profesional.
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